Con el triunfo electoral, Duhalde comienza a armar un bloque opositor y se reúne con enviados del FMI, mientras espera su momento. El jefe de gabinete y el expresidente Alfonsín piden su renuncia, pero De la Rúa sigue confiando en Cavallo. El «corralito» limita el retiro de dinero en efectivo para evitar la fuga, pero enciende la indignación popular y el desastre económico es inminente.
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