La primera cita con Brad va fenomenal hasta que llega el momento del beso, que se parece más a unos lamidos sensibleros que a unos auténticos besos por lo que ella trata de darle unas clases urgentes de cómo se besa, pero el chico no tiene remedio. Carrie también tiene un nuevo proyecto entre manos: Aidan, el diseñador de muebles. Para impresionarle Carrie le compra unas sillas de cuero. Hay química entre ellos, pero el tabaco hará imposible el éxito de una relación.