Necesitado de fondos para mantener callado al prisionero, Botello decide vender una preciada obra de arte que fue robada por El Mantequilla en una subasta clandestina en Acapulco. Supervisando la venta está Becky, una excéntrica galerista, y su fabuloso amigo, Fernando Lacrosse, quien es, como lo adivinaste, el último personaje de Emiliano Escamilla. La venta parece transcurrir sin problemas… hasta que el comprador se da cuenta de que la pintura era una copia, lo que significa que alguien tiene el original. Elena, mientras tanto, descubre nuevas pistas sobre el caso de Emiliano, pero también se topa con los aspectos burocráticos y misóginos de su trabajo, aplicados por Beto, su socio.
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