Tras recuperar la compostura, Sora y Shiro confrontan a Izuna con la ayuda de Jibril, pero pronto se dan cuenta de que el juego está manipulado hasta el punto de que ganar es casi imposible. Toda la esperanza parece perdida cuando Shiro aparentemente se pone en control del enemigo, hasta que Izuna se da cuenta de que los hermanos la están cayendo en una trampa, y al disfrutar el juego por primera vez en su vida, finalmente decide enfrentarse a ellos.